NI PRINCESA NI MENDIGA


Ella salió a la calle  estrenando vestido, maquilló sus ojeras, pintó sus labios, retocó su sonrisa y ocultó su tristeza, pues se creía una princesa. Ya en la calle la faja no podía disimular sus kilos demás, pero ella se sentía bella.
Con paso elegante y bolso en la mano decidió que solo tenía  ese instante para ser feliz, no mañana ni pasado pues la vida es incierta.
Por un momento todo se tornó oscuro y vio en una ventana el reflejo de una mendiga, una mujer vestida de harapos que se conformaba con unas migajas de amor, que con los brazos extendidos suplicaba compañía y lo único que tenía, era unos pocos pesos de melancolía y toda una vida resumida en segundos pasó por su mente.
Los recuerdos de un gran amor, de esos tiempos de adolescente, esa necesidad de afecto, ese muchacho de mirada coqueta y de unos cuantos más, de esos  que tienen el don de enamorar que le dejaron herida el alma.
Una mendiga que entregaba todo, por un poco de amor.
Tomó aire y mirando al cielo como si fuera una plegaría exclamó:
¡No, no soy una mendiga!
¡Oh mi Dios sabes ya no espero a quien no me espera!
¡No, ya no mendigo la atención, la amistad ni el amor de nadie! ¡Quién me quiera, que lo demuestre!
Pues hoy sé qué te merece aquel que dice menos pero hace más, hoy sé que el amor se debe demostrar y sentir, pero jamás implorar. Ya no seré la amante que se conforma con una horas, con un te quiero.
Y ella  grito una vez  más como repitiéndole a su alma:
¡Quiero un amor basado en la reciprocidad, donde nada me sepa a poco!
¡Donde mi dedicación y afecto sea correspondido, donde mi presencia reconocida, mi voz escuchada, y mi persona tan amada como  yo mismo me entrego a la hora de amar!
¡Me merezco un amor  sensato, consciente de que con  esfuerzo y dedicación  bordaré con cariño eso  detalles, que sabe de reciprocidad!
Si mi Dios hoy me levanto  consiente que merezco, a alguien que sume y no reste felicidad a mi vida
Y si acaso  alguien actúa con apatía le diré
¡No necesito migajas de amor!
Pues no soy ni princesa ni mendiga 
SIMPLEMENTE MUJER 
Autor Sandra Zuleta
Sangolquí Ecuador
© Derechos reservados de autor

Publicar un comentario

0 Comentarios