Es la magia de la Navidad.
La única época del año en la que esperanza, las buenas intenciones y la fantasía tienen espacio reservado, por decreto, en nuestras casas. Igual da que sea Papá Noel o Santa Claus, los camellos o los renos, el árbol o el belén... Lo importante es celebrar. Porque todo está preparado para que reine ese “espíritu navideño” que comienza con las luces en las calles, los abrazos con los vecinos y familiares, la alegría y los sueños de los niños, pero lo mas importante es que permitamos el renacimiento de Cristo Jesús en nuestros corazones, para que habite por siempre en el.
La única época del año en la que esperanza, las buenas intenciones y la fantasía tienen espacio reservado, por decreto, en nuestras casas. Igual da que sea Papá Noel o Santa Claus, los camellos o los renos, el árbol o el belén... Lo importante es celebrar. Porque todo está preparado para que reine ese “espíritu navideño” que comienza con las luces en las calles, los abrazos con los vecinos y familiares, la alegría y los sueños de los niños, pero lo mas importante es que permitamos el renacimiento de Cristo Jesús en nuestros corazones, para que habite por siempre en el.
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