Nadie ha logrado alcanzar mi alma como lo has hecho tú. Es por ello que durante tu ausencia en el camino de esta vida, jamás me sentí realmente enamorado.
Mi existencia se detuvo en el mismo instante en el que nuestras almas, predestinadas, se hallaron en el vacío de lo que fue en una hermosa noche.
Fuimos un torrente de sentimientos que brotaron por primera vez en aquel lugar ahora nuestro, allí permanecerán inalterables por siempre, esperándonos.
J. Costa
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