—Con las manos, cariño. Si lo haces con la mente el dolor en lugar de suavizarse, se endurece aún más.
—¿Con las manos abuela?
—Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las haces mover cosiendo, cocinando, pintando, tocando o hundiéndolas en la tierra, éstas envían señales de cuidado a la parte más profunda de ti. Y tu alma se tranquiliza porque le estás prestando atención. Así ya no necesita enviarte dolor para que se note (...) Muévelas mi bebé, empieza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Pero se convertirá en la mejor obra maestra. Y ya no dolerá más. Porque habrás logrado bordar su esencia”.
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