Me gustaría vestirme de color y belleza, ser como un día soleado que todos saludan con una sonrisa, hundiendo la mirada en un cielo azul intenso, sin fronteras.
Me gustaría despojarme de las tardes grises, de los pensamientos oscuros, de las carencias que me han nublado el corazón y recuperar la vida que merezco, brotar como una insignificante brizna de hierba, romper la monotonía como una amapola en un campo de trigo, espontáneo e impertinente solitario pero tan esencial.
Me gustaría ser esperado y acogido, como una primavera soleada, como una estación que instintivamente nos hace pensar en la belleza de las cosas simples, de las margaritas, del perfume, de la vida.
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