Si confiamos en nosotros mismos, como un elemento integral, que no solo posee nuestro cuerpo, lo que sabemos nuestro, sino que sentimos más allá, sentimos esa grandiosidad que encierra nuestra ser, no habrá nada que nos haga atemorizar, no estamos solos, estamos acompañados y cargados de esa parte de nosotros intangible, que nos intenta decir cada día que sí podemos, que tenemos las capacidades, que podemos crear nuestra vida como queramos y que cada una de las experiencias que vivimos, lo hacemos precisamente para sacarle mayor provecho a nuestras vidas.
Solo debemos aprender a fluir con cada una de las experiencias, solo debemos estar atentos estar dejando atrás nuestro ego que siempre las desvirtúa, haciéndonos sentir desdichados, incompletos, sin capacidades, temerosos. Cuando en realidad todo lo que vivimos es justo lo que necesitamos y estamos preparados para esos tránsitos, si perdemos la rigidez y dejamos de reclamarnos a nosotros mismos y a la vida, dejamos de pensar que es dura e injusta, probaremos el néctar de lo que con nuestros sentidos no podemos apreciar
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