Mil maneras de Mentir


Estos días he pensado mucho en la mentira, en la falsedad, en los secretos, en las verdades a medias.

En lo fácil que nos dejamos llevar por  mentiras contadas por alguien a quién queremos

Hay muchas formas de mentira: las mentiras pequeñas, esas que por sí solas no hacen daño; las mentiras piadosas, que contamos para ahorrar sufrimientos o para evitar explicaciones e interrogatorios; grandes mentiras que no tienen excusa… Hay gente que casi nunca miente y digo casi porque no hay nadie en el mundo que pueda decir que jamás ha mentido y otros que mienten cada día, varias veces al día. A veces mentimos por miedo. Yo he mentido por miedo a perder amigos, por temor a sus reacciones (ellos lo saben, lo he confesado).

Mis escritos según se mire, es una refinada forma de mentira. Al fin y al cabo lo que escribo puede ser ficción, verdades, mentiras… y ¿qué es la ficción sino algo inventado, creado de la nada? Hay quien lo considera una mentira. Y otras personas piensan que todo lo que escribo es cierto, que es mi vida la que aparece en las páginas de mi blog. No me cansaré de repetir que no es así, aunque esa afirmación sea una doble mentira porque sí. Y porque en cierto modo… en todo lo que escribo siempre hay una gran parte de lo que soy. En ocasiones es una simple palabra, en otras un personaje entero… o la mezcla de varios personajes. 

Yo miento? No lo hago mucho, ni a menudo. Son mentiras, en su mayoría, forzadas. Una pregunta realizada en el momento inadecuado, o sobre un tema espinoso, me llevan a tergiversar la verdad. Realmente me curo en salud y no llego a mentir del todo, simplemente… pues ante una afirmación me limito a no negarla, pero tampoco la acepto. Es decir, tú puedes decirme Negro y ser blanco, pero no te diré que es negro, ni te diré que es blanco.

Te he confundido?? Pues yo si me lie

El caso es que he pensado mucho en la mentira de la vida, en la mentira de todo lo que nos rodea, en las mentiras de los que dicen amarnos y me he dado cuenta de que mentir… mentir es, en ciertos casos, un placer para quien lo hace. Y no sería un pecado ni un problema.

El problema, queridos míos… es que los atrapen.

Nota del autor: El presente texto es una simple mentira. En su mayor parte.



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